Volando a la luna ¿Quién me acompaña?



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Tu risa es música para mis oídos.
Tus labios son mi alimento.

Tus besos el agua con que calmo la sed.

Tu espíritu, la sombra del árbol en que me detengo 

a descansar cuando mis cansados pasos 

ya no pueden andar.

Tus ojos, 
el laberinto en el que amo perderme. 

No existes,
estás ahí pero no pueden verte, 
vives en mi pensamiento. 
No existes para nadie más, 
sólo para mí.

Y por eso me aferro más a tí.
Eres un oasis en el desierto
de mis tristezas, 
ahí donde no hay nada, 
ni siquiera pensamientos, 
ahí donde sólo veo la oquedad
que deja la indiferencia 
tú eres el sagrado alimento 
que no permite 
que mi alma marchita 
termine por dar el 
último suspiro.

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